Mugre Rosa: La novela que anticipó la pandemia

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por J. Farías

Este año, el premio para escritoras en idioma español Sor Juana Inés de la Cruz fue para una novela de ciencia ficción, que te resumimos aquí.

Se veían manos emerger de los edificios y cerrar rápido las ventanas […] El viento podía colarse hasta por la rendija más angosta y algunos despertaban en medio de un remolino picante y ácido. La piel se descamaba al cuarto o quinto día. Antes, los síntomas se parecían a los de una gripe: tos, debilidad, malestar general.

El párrafo anterior pertenece a la novela de 2020 Mugre Rosa, de la escritora uruguaya radicada en Bogotá Fernanda Trías. Esta distópica historia, narrada en primera persona por una mujer que sobrevive en una gris ciudad portuaria, invadida por una peste sin nombre ni cura que se transmite a través del viento. El libro describe el encierro, la incertidumbre, el temor constante, el colapso de los servicios de salud… situaciones que a poco de su publicación se volverían parte de nuestra cotidianidad.

«La verdad no lo noté» declaró su autora en una entrevista por Zoom el 27 de agosto «Entregué el texto a la editorial y me olvidé del asunto. Estaba escribiendo otra cosa, me había sumergido en la escritura para esquivar el encierro de la pandemia. En mayo o junio de 2020, a la mitad del aislamiento obligatorio en Bogotá, me lo mandaron de la editorial para la lectura final. Lo leí por primera vez en meses y otros lectores me hablaron de todas esas conexiones con la pandemia. Recién ahí me di cuenta de que la novela estaba hablando de nuestro presente, porque en mi mente seguía siendo algo más asociado a la distopía. Al principio sentí cierta desilusión porque yo quería generar un mundo extraño, que el lector se sumergiera en un extrañamiento, y dije: ‘ahora se va a sentir más cercano, parecido al presente’. Pero eso produjo algo interesante porque muchos lectores se acercaron por el reconocimiento de una experiencia compartida, la del encierro y la pandemia»

La historia nos muestra las diversas formas en la que la enfermedad ha trastornado el mundo a través de los ojos de una mujer cuyo nombre no nos es revelado. La protagonista visita el pabellón de enfermos crónicos del hospital para ver a su exesposo y amigo de la infancia y descubrimos junto a ella un limbo en el que los infectados, que no mueren, pero tampoco pueden vivir languidecen abandonados a su suerte. También va a ver a su madre, con la que mantiene una relación tirante «Era como si habláramos idiomas distintos y ninguna de las dos estuviera dispuesta a aprender la lengua de la otra», dirá. La mujer vive en una inmensa casona de la parte mas aristocrática de la ciudad, donde todos se esfuerzan por mantener la ilusión de la seguridad y la normalidad. Y en su propio departamento, en una zona casi en ruinas, cuida de Mauro, un niño con el síndrome de Prader-Willi, un raro trastorno genético que entre otros síntomas provoca una insaciable sensación de hambre. Postales, capturas de pantalla de la realidad o más bien las diversas realidades de ese mundo alterado.

El encierro sumerge a la protagonista en un entumecimiento mental en el que pasado y presente se mezclan, se fusionan junto a un futuro cada vez mas incierto. La mujer recuerda las travesuras de su infancia, sus días junta a Delfa, que la cuidaba a la que disfrutaba llamando «Mamá». Evoca el primer beso que le dio a Max, cuando eran apenas unos niños. De ese entumecimiento la rescatará Mauro, de quién se siente responsable como lo sería una Madre.

Oscura y distópica, pero también nostálgica, Mugre Rosa es una novela que escapa de los límites de la ciencia ficción y se adentra en horizontes mas amplios, difusos pero promisorios.


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