Obras Maestras de la ciencia Ficción: Una recopilación limitada pero interesante

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por J. Farías

En noviembre de 2001, Orson Scott Card, uno de los escritores de ciencia ficción vivos más reconocidos, decidió publicar en un único volumen una serie de relatos que en su opinión representan lo mejor del género durante el siglo anterior. Como él mismo reconoce en su presentación… es una tarea complicada.

LO MEJOR DE LO MEJOR
Al estar limitado a un solo libro, la recopilación se conforma únicamente de relatos breves, separados en tres épocas: “La Edad de Oro”, período que abarca desde 1938, año en el que John W. Campbell se convierte en editor de la revista Astounding hasta 1962. “La Nueva Ola”, que comprende de 1963 a 1979 y lo que el autor llama “Generación Mediática”, que englobaría las etapas normalmente conocidas como “Ciberpunk” (1980 – 1990) y “Postciberpunk” (posterior a 1990).

El primer problema que enfrenta esta recopilación es que, al componerse solamente de relatos cortos, los escritores que fueron mejores novelistas que cuentistas no aparecerán correctamente representados, mientras que otros, como Isaac Asimov, tienen demasiado material del cual elegir. La selección final es la siguiente:

La edad de oro:
Llámame Joe (Poul Anderson, abril de 1957); Todos vosotros, zombies (Robert A. Heinlein, marzo de 1959); Componedor (Lloyd Biggle Jr, agosto de 1957); Un platillo de soledad (Theodore Sturgeon, febrero de 1953); Sueños de robot (Isaac Asimov, 1986); Involución (Edmond Hamilton, diciembre de 1936); Los nueve mil millones de nombres de Dios (Arthur C. Clarke, 1953); Una obra de arte (James Blish, julio de 1956); Tenían la piel oscura y los ojos dorados (Ray Bradbury, agosto de 1949)

La nueva ola:
¡Arrepiéntete, Arlequín! dijo el señor Tic-Tac (Harlan Ellison, 1965); La madre de Eurema (R.A. Lafferty, 1972); Pasajeros (Robert Silverberg, 1968); El túnel bajo el mundo (Frederik Pohl, enero de 1955); ¿Quién puede reemplazar a un hombre? (Brian W. Aldiss, junio de 1958); Los que se van de Omelas (Ursula K. Le Guin, 1973); Luna inconstante (Larry Niven, 1971)

La generación mediática:
Los reyes de la arena (George R.R. Martin, agosto de 1979); El sendero descartado (Harry Turtledove, febrero de 1985); Combate aéreo (William Gibson y Michael Swanwick, julio de 1985); Valor facial (Karen Joy Fowler, 1986); Vasijas (C.J. Cherryh, 1985); Nieve (John Crowley, noviembre de 1985); Rata (James Patrick Kelly, 1986); Los osos descubren el fuego (Terry Bisson, agosto de 1990); Una huida perfecta (John Kessel, mayo de 1985); Turistas (Lisa Goldstein, febrero de 1985); Uno (George Alec Effinger, 1995)

Como cualquier otra selección, esta es discutible. No es que no se trate de buenos relatos, cada uno representativo de su autor y su época: son mas bien las ausencias las que se hacen notar. Hay al menos tres nombres que llama poderosamente la atención no encontrar: Phillip K. Dick, Alfred Bester y Robert Sheckley. Su ausencia pone de manifiesto una intencionalidad por parte del recopilador de soslayar dos de las grandes temáticas en las que el género se ha apoyado y en la que estos escritores brillaron: el sexo y la religión. Otros autores aparecen, pero representados con algunas de sus obras más “suaves”. Tal es el caso de Harlan Ellison, de quién podría haberse incluido por ejemplo El gemido de los perros apaleados (1973) o No tengo boca y debo gritar (1967).

Por el lado positivo, es de agradecer que, siendo el mismo un escritor representativo, Card haya resistido la tentación de incluir una obra propia.

A PESAR DE LOS APESARES
Aun con sus falencias, no cabe duda de que Obras maestras: La mejor ciencia ficción del siglo XX es una buena manera de conocer el género y su evolución a lo largo de los años y una obra introductoria interesante para quién haya leído poco o nada y quiera acercarse a la literatura fantástica desde distintos ángulos.


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